QUIMERAS Y DESAFÍOS



Nada soy, nada he sido y no puedo pretender ser nada... aparte de eso guardo en mí todos los sueños del mundo!! (F.Pessoa)

Cantante, guitarrista, autor de canciones, psicoterapeuta, funcionario en excedencia ahora que me acuerdo, estudiante universitario a mi edad y escritor aficionado noctámbulo, noctívago y nocherniego...
Todo lo que la vida me ha ido enseñando se puede resumir en dos palabras: sigue adelante!!

Besos y abrazos
Dorchy Muñoz



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sábado, 4 de junio de 2011

“Clara”




“Clara”
¿Cómo olvidar la primera vez que la vi, que nos vimos? Era casi medianoche y yo estaba en el descanso de una actuación musical a favor de la despenalización del hachís y la marihuana, más bien borracho y con la emoción y cierto cansancio a partes iguales rebosando mis sentidos.

.- ¿De dónde sales tú? –le pregunté.
.- De un cuento –me respondió.
.- ¿De hadas? –le pregunté con evidente turbación.
.- Eso nunca llegaremos a saberlo ¿no crees? –me respondió, para mi sorpresa y desconcierto.

Poco más nos dijimos entonces, por más que nos miráramos alguna vez a lo largo de la noche, mientras ella compartía mesa, charla y buen rollito junto a algunos amigos comunes y yo no paraba de merodear nerviosamente por el local a la espera de una nueva colaboración musical o a la búsqueda de una nueva cerveza para calmar la ansiedad y entretener las manos; a falta quizá de algo interesante y oportuno que contar o que contarle.

¿Cómo no recordar la segunda vez que nos encontramos? Lavapiés estaba en fiestas y yo andaba nuevamente en danza. Salía de mear de un bar un tanto alejado del corazón de la movida para no tener que utilizar uno de esos urinarios móviles que instalan ahora en las fiestas y conciertos donde se esperan multitudes y que me resultan tan cutres y malolientes aunque tengas la suerte de ser uno de los primeros en utilizarlos. Vino hacía mí mientras yo me pasaba los dedos entre las sienes recién mojadas en agua fría.

.- ¡Hola! ¿Tú eres Manuel verdad? –me preguntó.
.- Sí –le contesté.
.- Yo soy Clara, seguramente no te acordarás de mí, nos conocimos una noche hace algunos meses. Entonces me robaste un beso y hoy quisiera ser yo quien te lo robara a ti.
Sin apenas tiempo para que yo pudiera reaccionar puso sus manos sobre mis mejillas y me regaló un dulce beso en los labios para enseguida darse la vuelta y perderse entre la multitud.


¿A qué primer beso se había referido? ¿Es posible que yo me atreviera a besarla en aquel primer encuentro? ¿Y de ser así, en qué momento sucedió y con qué pretexto? ¿Cómo podía haberlo olvidarlo y olvidar hasta entonces a aquella mujer de mirada limpia y labios tiernos, de cabellos sembrados de rizos y tirabuzones negros y brillantes que ahora veía perderse entre la gente?

La tercera vez que nos vimos fue a la caída de la tarde en un pueblo cercano. Yo no podía estar seguro de que ella fuera a estar allí, pero sabía que existía alguna posibilidad por un comentario que hizo uno de mis amigos; tal vez fuera por eso que me decidiera a pasar con ellos el fin de semana.
Al llegar nos acercamos a la zona de los bares en que servían tapa con la cervecita, cerca de Plaza Mayor. Nos vimos de inmediato y casi de inmediato bajamos la mirada. Ella estaba a la entrada de un bar tomando unas cañitas con unos amigos. Nos presentaron, nos besamos en las mejillas y ambos comentamos un discreto: “¿nos hemos visto alguna vez verdad?”

Aquella noche la pasamos todos junto al pantano apañándonos con unas mantas de viaje y algún saco de dormir. Hacía una noche despejada y luminosa, faltaban un par de días para la luna llena. Clara y yo no paramos de hablar casi hasta el amanecer cuando ya nos vencía el cansancio. ¿Cómo olvidar aquel primer despertar a su lado y aquella melena negra y brillante de zarzamorena, medio enredada entre mis sueños y mi pelo? Era casi mediodía. Al día siguiente nos fuimos a Cádiz, a disfrutar del mar y el solecito en Bolonia, Conil y los Caños de la Meca, debió ser en Tarifa donde nos sorprendió aquella inesperada levantera.

Después nos hemos visto alguna que otra vez: mientras hacíamos el desayuno, la comida o la cena, o mientras poníamos en orden la casa o bajábamos juntos al supermercado; mientras trabajábamos cada uno en su habitación-estudio y el otro hacía algún descanso en sus quehaceres para tomar un cafelito, un té o fumar un cigarrillo; o al acostarnos y amanecer juntos y abrazados en el dormitorio común.

Hace un par de semanas volvimos a encontrarnos nuevamente. Era un domingo luminoso y soleado y yo estaba tocando y cantando en la Latina pa' sacarme algunos euros, cerquita de el Rastro. Ella apareció con algunos amigos que se sumaron al escaso corrillo de mis improvisados oyentes. Yo cambié de tercio como pude y le canté aquella de el Ruibal que tanto nos gustaba. Ella me dejó un par de monedas sobre el estuche abierto de la guitarra y una nota improvisada sobre un kleenex bien doblado. La vi perderse entre la gente, llevaba trencitas africanas y reflejos dorados ¿cómo olvidarlo?

Hoy ha amanecido medio lloviendo según veo por la ventana de mi nuevo apartamento. Me he levantado muy temprano y he decido que no voy a tocar pese a ser domingo, prefiero quedarme en casa toda la mañana escribiendo alguna canción que presentarle al editor, pero lo cierto es que no tengo ni una sola idea.
Clara duerme a mi lado y yo no hago más que mirarla, enredarle aun más las trencitas y pensar en ella: “pero hoy las Musas han pasao de mí...”

©AMS Madrid

verano del 97




2 comentarios:

  1. Me gusta mucho este relato. Se nota que ha salido de las tripas. Muy bueno y fluído. Por cierto: por qué lo has escrito en forma de versos, amigo? A mi me cuadra más todo seguido, pero es tuyo.
    Una cosa más: no sé de quién es el cuadro que has adjuntado al texto, pero, curiosamente, cuando abrí tu entrada y lo vi, me dije: "¡pero si este cuadro es de Clara Tengonoff!" Sí, ella es una amiga pintora y sus cuadros son muy similares a éste. ¡Y se llama CLARA!, qué curioso.
    Besos

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  2. No esta escrito en verso ha sido el formato que me ha dado por defecto el sistema. Besos. Amador

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