QUIMERAS Y DESAFÍOS



Nada soy, nada he sido y no puedo pretender ser nada... aparte de eso guardo en mí todos los sueños del mundo!! (F.Pessoa)

Cantante, guitarrista, autor de canciones, psicoterapeuta, funcionario en excedencia ahora que me acuerdo, estudiante universitario a mi edad y escritor aficionado noctámbulo, noctívago y nocherniego...
Todo lo que la vida me ha ido enseñando se puede resumir en dos palabras: sigue adelante!!

Besos y abrazos
Dorchy Muñoz



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domingo, 12 de junio de 2011

“La huida”



“La huida”

Casi no podía creerlo. Pero en la vida las cosas rara vez acaban siendo como uno las había imaginado. Al parecer todo estaba decidido y hasta organizado. Pero aquella noche al llegar a casa encontró los cajones de ella vacíos, el armario sin su ropa y no estaba la maleta roja que solía usar en los viajes. ¿Qué podía haber sucedido? ¿Habría sido una decisión propia o tal vez hubiese ocurrido algún imprevisto? En cualquier caso debía ponerse manos a la obra para averiguarlo cuanto antes. Pero lo cierto es que no sabía por dónde empezar. Se sentía confuso, no podía pensar con claridad. Se acercó al mueble-bar y se sirvió un doble de whisky. Lo cogió con ambas manos y se dirigió a la cocina para sacar un par de piedras de hielo del frigorífico. Apoyado sobre la encimera dio un gran trago mientras su mirada se perdía en los adornos de los azulejos. Debía hacer algo cuanto antes. ¿Pero qué? ¿A quién podía llamar? Quién podía saber algo de ella. ¿Su hermana, su amiga Laura? No sabía si tenía sus teléfonos, debía buscarlos cuanto antes. Miró en el secreter de su despacho pero no encontró la agenda. Tal vez estaban en el despacho de ella. Se dirigió con prontitud y al entrar se sorprendió de que no faltara ni un solo libro, incluso el último que estaba leyendo “Ensayo sobre la ceguera” de Saramago, que él mismo le había regalado se encontraba sobre su mesa de trabajo. Abrió los cajones uno a uno pero los encontró intactos, tal como ella solía tenerlos organizados. No echó en falta nada, pero tampoco encontró ninguna agenda. Estaba desesperado, no sabía por donde empezar, no tenía a quien llamar y el móvil de ella tenía activado el contestador. Dejó no menos de diez mensajes, con voz nerviosa, preguntando apuradamente si le había pasado algo.

-          Cariño estoy desesperado, no sé que puede haberte sucedido. Llámame en cuanto puedas por favor, estoy en casa.
-          Mi amor llámame te lo ruego estoy muy preocupado, cuéntame algo no sé que ha podido sucederte y empiezo a pensar en lo peor.
-          Ana por favor, si al final has decidido suspender o aplazar la boda dímelo, todo tiene solución, pero no me hagas pasar por esto, yo sabré entender tus razones. Tal vez te ha entrado miedo, te ha dado vértigo pensar en nuestro casamiento y el cambio de vida que comporta, acostumbrada como estás a vivir a tu aire y desarrollar libremente tu profesión y tu vida. Yo no pienso enfadarme.
-          Etc.

Salió del despacho, había apurado todo el whisky sin darse cuenta. Se dirigió de nuevo al mueble bar y luego a la cocina. Llevaba tiempo sin fumar pero rebuscó entre las vitrinas del mueble del salón y encontró un paquete de Marlboro con tres cigarros. Encendió nerviosamente un cigarrillo mientras daba grandes tragos, sentado en el sofá, mirando la pantalla apagada de la televisión, inspirando y exhalando humo como si fuera un fumador habitual. Se le ocurrió ir al baño a comprobar si estaban los productos cosméticos que ella usaba habitualmente: el pintalabios, la sombra de ojos, y a veces un toque de rimmel. Pero no, no estaba su necessaire, era evidente que se había marchado tomándose su tiempo para llevarse sus cosas. Volvió al mueble bar y a la cocina y encendió otro cigarrillo, de seguir así acabaría medio borracho y aturdido y no podría tomar decisión alguna. Se sentó de nuevo en el sofá con la mirada perdida en el televisor, empezaba a no pensar con claridad. Estaba a punto de terminar el cigarrillo cuando sonó el móvil que había olvidado en la cocina. Corrió desesperado pero pese a todo no consiguió llegar a tiempo. A los pocos segundos recibió un SMS que le comunicaba que tenía un mensaje en el contestador, era el número de Sara, su hermana.

-          Mierda, qué coño querrá ahora mi hermanita ostias, gritó en alto con indignación.

Marcó nerviosamente el registro del contestador  y una voz maquinal le comunicaba: tiene dos mensajes nuevos para escucharlos pulse uno. Le han dejado un mensaje a las 12 horas del número 633771845, joder era el número de Ana.

-          Hola amor, lo primero decirte que te quiero y ya te extraño. No sé si me lo vas a perdonar alguna vez pero he tomado una decisión, una gran decisión. Pero esta vez lo he hecho a mi modo, he tomado una decisión que nos incluye a los dos. No, no quiero casarme contigo. Pero si quiero vivir contigo, pero no en Madrid, estoy harta y creo que tú también lo estás. Lo de la boda no hubiera resultado bien y tú lo sabes. De manera que he decidido venirme a París. Estoy en el mismo hotel de Montmartre donde estuvimos el verano pasado. Pero no, no me llames ni me llames al móvil no pienso cogerlo. Tengo apalabrado ya el alquiler de un pequeño apartamento muy cerca de aquí, es suficiente para ti y para mí. Quiero empezar de nuevo, pero aquí. Te voy a esperar una semana, estaré todos los días hasta la hora del almuerzo leyendo en la cafetería del hotel. Si para el próximo sábado no has llegado entenderé que no aceptas mi decisión y no volverás a saber de mí nunca más en la vida, pero yo siempre te voy a querer. Amor por favor, piénsalo, déjalo todo y vente conmigo, una nueva vida nos espera. Te quiero, Ana, tu Ana.

Se quedó desconcertado, le temblaban las manos, corrió a servirse otro whisky y encendió el último cigarrillo. Llevaba aún el móvil en la mano, parecía quemarle los dedos, no podía creerlo, pero era cierto, así estaban las cosas y debía aceptarlo y tomar una pronta decisión. Apuró el cigarrillo y casi sin pensarlo llamó a información y pidió el teléfono del aeropuerto. A continuación llamó nerviosamente a su hermana Sara.

-          Hola Sara soy Manuel, me has llamado hace un rato verdad.
-          Si, si te he llamado pero te he dejado mensaje en el contestador, ¿no lo has escuchado?
-          No, no lo he escuchado aún no he tenido tiempo.
-          Pues nada importante, era para comentarte que ya está reservado el salón para la celebración de la boda.
-          Sara, tengo que contarte algo.
-          ¿Te pasa algo Manuel?
-          Ya te contaré, pero Sara no va haber boda y vas a ser tú quien se lo cuente a la familia.
-          ¿Cómo?
-          Lo que oyes, pero ahora no preguntes más. Un último favor.
-          Dime, haré lo que me pidas.
-          ¿Tienes llave de mi casa verdad?
-          Si, si que la tengo.
-          Pues pásate por aquí mañana y hazte cargo de todo, yo no estaré.
-          ¿Pero qué está sucediendo?
-          Ya te lo contaré Sara ahora no puedo hablar más, pero lo más tardar mañana al mediodía estaré en París.


©AMS Cádiz
Junio del 2011



1 comentario:

  1. ....malcriadita la niña...pues yo no la hubiera seguido....
    un abrazo

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