© Pilar Merino
Y
como pasa el tiempo... que de pronto son años!!
(Pablo
Milanés)
“Me
gusta... no me gusta”
Ejercicio autobiográfico
Me
gusta levantarme temprano sin la prisa de los despertadores ni la
urgencia de los malos sueños. Me gusta mucho esa primera mirada a
través de la ventana y comprobar que el mundo sigue ahí, con sus
ruidos, sus prisas, sus absurdos cotidianos, su ir y venir de gente
andando, en los autobuses, en sus coches, vete tú a saber adónde.
No me gusta nada nadita el atasco de por la mañana, ni tampoco
alguno esporádico que se forma a lo largo del día bajo mi ventana y
por supuesto no me gusta el atasco de media tarde, el de regreso a
casa tras vete tu a saber cuántas horas de trabajo. Hoy hay fútbol,
juega el Manchester contra el Madrid o viceversa, el de hoy tendrá
ciertas características especiales. Me gusta estar aquí, en mi
estudio, donde duermo, sueño, escribo, canto, leo, veo pasar la vida
y hasta viajo a lugares que aún no conozco y de los que he oído
hablar. Donde a veces amo. Me gusta el zumo de por la mañana y el
primer té con leche que me preparo. No se parece en nada creo yo a
aquel famoso de Marcel Proust, además no suelo comer magdalenas,
aunque me encantan, será por la edad y por cuidar de no engordar, me
gusta la edad que voy teniendo pero no me gustaría nada tener que
batallar contra una barriguita de cuarentón o de cuarentañero. Me
gusta este aquí y ahora en el que voy viviendo, me gusta estar libre
de obligaciones laborales y a salvo de esos atascos que tantas veces
he sufrido y ya unas cuantas veces he fotografiado desde mi ventana.
Me gusta el tiempo que hace hoy, no parece primavera, sino otoño. Me
gustan los espacios fronterizos incluso en cuanto al tiempo y las
estaciones se refiere. No me gusta la insistencia del frío en pleno
invierno ni el imperturbable calor de algunos meses de verano. No me
gusta la lluvia persistente como no me gustan las temporadas en que
no llueve ná de ná. No me gusta el viento inesperado como no
soporto la ausencia de un poco de vientecillo, de brisa si estoy
cerca del mar. Me gusta el mar, bravío o en calma. Me gustan los
mares y la tierra firme que hay a uno y otro lado de ellos. Me gustan
las gentes que viven, sobreviven o malviven en ellas. Me gusta saber
que existen, me gusta pensar que tal vez pueda estar alguna vez cerca
de ellos. Me gusta este nuevo ventanal que tengo para mirar el mundo,
el pequeño mundo que veo desde aquí. Me gusta el recuerdo de otras
ventanas que he ido teniendo y a veces disfrutando a lo largo de mi
vida. No me gusta demasiado mirar atrás, al pasado quiero decir, a
veces tampoco mirar demasiado hacia adelante. Me gusta esta casa en
la que vivo ahora y saber que pronto me gustará una nueva o
simplemente la aceptaré, como aceptaré la nueva ventana que tenga.
Me gusta elegir, crear, y decidir en la vida. No me gusta resignarme
a nada y mucho menos que me venga impuesto. Me va gustando cierto
sentido de la aceptación que voy incorporando a mi forma de ser, o
al menos eso creo. Me gusta encender mi ordenador ya de mañana y
comprobar que no hay correos urgentes, que hay alguno del otro lado
del mismo mar y que no hay ninguno que parezca destinado a
complicarme el día. Me gusta abrir una nueva ventana en el
procesador de textos para dedicar el día o al menos buena parte de
él a escribir sobre aquello que me gusta. Me gusta, deseo y necesito
este primer cigarrillo del día y esa sensación de hormigueo entre
el placer y la inquietud que me provoca la entrada de los primeros
miligramos de nicotina. Eso lo sé por la ciencia, por la muerte de
mi padre y porque no paran de repetirlo las autoridades sanitarias.
Yo sólo siento la cadencia del entrar y del salir del humo y esa
absurda alegría que me provoca tener un cigarrillo entre las manos;
el rito del humo y el fuego, ver el paquete de Pall Mall y varios
mecheros sobre mi mesa de trabajo junto a los bolígrafos, el teclado
del ordenador y el teclado musical, me gustan los objetos que hay en
mi mesa de trabajo y ahora que miro alrededor también mis guitarras,
mis aparatitos musicales, mis libros y el resto de objetos que
abarrotan mi habitación. No me gusta nada saber a ciencia cierta que
pronto olvidaré el placer de este primer cigarro y empezaré a
necesitar fumar muchos otros, ya sin esperanza y casi sin sentido. Me
gusta escuchar que mis perras se han levantado del sofá al oírme
enredar ya tan de mañana por mi habitación, me gusta que vengan a
buscarme con cara de buenos días como si hiciera meses que no nos
vemos. Me gustan mis perras y no me gusta que la Ritmo no acabe de
curarse, a veces no sé ya que hacer para calmar sus dolores, creo
que pequeños, pero insistentes dolores. Creo que en realidad le
duele el alma o su propia vida. Me gusta pensar que piensan, sienten,
imaginan, sueñan, ríen y que tienen algo parecido a nuestro
corazón. Me gusta saber que tengo todo el día por delante para
hacer cuanto me plazca y que ya debe haber reposado adecuadamente el
nuevo té que me he preparado. Me gusta salir a dar una vueltecita a
la calle con mis perras justo en esas horas en que los trabajadores
ya han salido de sus portales casi en tropel, con sus corbatas y sus
trajes de hombres respetables y las madres llevan de la mano a sus
niños y niñas al colegio o la guardería y esa otra hora en que el
jardinero está a punto de terminar por esta mañana y aun no han
salido al recreo los de preescolar. Esa es justo la hora en que me
gusta hacer correr un poco a mis perras con la pelota, desperezarme
un poco yo e ir pensando en una revitalizante ducha con o sin
afeitado previo y luego un desayuno ya más consistente. Me gusta
mucho también la vida nocturna y los amaneceres sin dormir y sé que
tarde o temprano volverán. Me gusta dejar abierta esta página y
saber que espera para que escriba en ella cuanto se me vaya
ocurriendo a lo largo de la mañana. No me gusta esta rara inquietud
tan cercana a la angustia que casi siempre me acompaña...
Por
encima de todo me gusta vivir y me gusta la vida, la mía y la de mi
gente, la de la gente, a pesar de tantos y tantos pesares. Me gusta
olvidar de vez en cuando el gran listado de cosas que no me gustan y
me gusta haber aprendido a posponer sine
die
su inventario. Me gusta que hoy sea el día del libro y que Barcelona
se llene de flores por todas las esquinas y que al menos por un día
alguien que no lo espera reciba un regalo, una atención, un estás
en mi vida; me gusta ese momento en que alguien piensa en alguien
para elegir el libro más adecuado para un día como hoy o
simplemente no puede refrenar el impulso de comprar y regalar una
flor o un ramo de flores. Me gusta pensar que pronto volveré a
Barcelona ahora que ya soy otro sin haber dejado de ser más o menos
el mismo.
© AMS Madrid
23 de abril de 2003
(Para
el curso taller “Creatividad y Cotidiano” en Fuentetaja Literaria
con la profesora-poeta Graciela Baquero)
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