QUIMERAS Y DESAFÍOS



Nada soy, nada he sido y no puedo pretender ser nada... aparte de eso guardo en mí todos los sueños del mundo!! (F.Pessoa)

Cantante, guitarrista, autor de canciones, psicoterapeuta, funcionario en excedencia ahora que me acuerdo, estudiante universitario a mi edad y escritor aficionado noctámbulo, noctívago y nocherniego...
Todo lo que la vida me ha ido enseñando se puede resumir en dos palabras: sigue adelante!!

Besos y abrazos
Dorchy Muñoz



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jueves, 23 de agosto de 2012

“Me gusta... no me gusta” Ejercicio autobiográfico


© Pilar Merino

Y como pasa el tiempo... que de pronto son años!!
(Pablo Milanés)


Me gusta... no me gusta”
Ejercicio autobiográfico


Me gusta levantarme temprano sin la prisa de los despertadores ni la urgencia de los malos sueños. Me gusta mucho esa primera mirada a través de la ventana y comprobar que el mundo sigue ahí, con sus ruidos, sus prisas, sus absurdos cotidianos, su ir y venir de gente andando, en los autobuses, en sus coches, vete tú a saber adónde. No me gusta nada nadita el atasco de por la mañana, ni tampoco alguno esporádico que se forma a lo largo del día bajo mi ventana y por supuesto no me gusta el atasco de media tarde, el de regreso a casa tras vete tu a saber cuántas horas de trabajo. Hoy hay fútbol, juega el Manchester contra el Madrid o viceversa, el de hoy tendrá ciertas características especiales. Me gusta estar aquí, en mi estudio, donde duermo, sueño, escribo, canto, leo, veo pasar la vida y hasta viajo a lugares que aún no conozco y de los que he oído hablar. Donde a veces amo. Me gusta el zumo de por la mañana y el primer té con leche que me preparo. No se parece en nada creo yo a aquel famoso de Marcel Proust, además no suelo comer magdalenas, aunque me encantan, será por la edad y por cuidar de no engordar, me gusta la edad que voy teniendo pero no me gustaría nada tener que batallar contra una barriguita de cuarentón o de cuarentañero. Me gusta este aquí y ahora en el que voy viviendo, me gusta estar libre de obligaciones laborales y a salvo de esos atascos que tantas veces he sufrido y ya unas cuantas veces he fotografiado desde mi ventana. Me gusta el tiempo que hace hoy, no parece primavera, sino otoño. Me gustan los espacios fronterizos incluso en cuanto al tiempo y las estaciones se refiere. No me gusta la insistencia del frío en pleno invierno ni el imperturbable calor de algunos meses de verano. No me gusta la lluvia persistente como no me gustan las temporadas en que no llueve ná de ná. No me gusta el viento inesperado como no soporto la ausencia de un poco de vientecillo, de brisa si estoy cerca del mar. Me gusta el mar, bravío o en calma. Me gustan los mares y la tierra firme que hay a uno y otro lado de ellos. Me gustan las gentes que viven, sobreviven o malviven en ellas. Me gusta saber que existen, me gusta pensar que tal vez pueda estar alguna vez cerca de ellos. Me gusta este nuevo ventanal que tengo para mirar el mundo, el pequeño mundo que veo desde aquí. Me gusta el recuerdo de otras ventanas que he ido teniendo y a veces disfrutando a lo largo de mi vida. No me gusta demasiado mirar atrás, al pasado quiero decir, a veces tampoco mirar demasiado hacia adelante. Me gusta esta casa en la que vivo ahora y saber que pronto me gustará una nueva o simplemente la aceptaré, como aceptaré la nueva ventana que tenga. Me gusta elegir, crear, y decidir en la vida. No me gusta resignarme a nada y mucho menos que me venga impuesto. Me va gustando cierto sentido de la aceptación que voy incorporando a mi forma de ser, o al menos eso creo. Me gusta encender mi ordenador ya de mañana y comprobar que no hay correos urgentes, que hay alguno del otro lado del mismo mar y que no hay ninguno que parezca destinado a complicarme el día. Me gusta abrir una nueva ventana en el procesador de textos para dedicar el día o al menos buena parte de él a escribir sobre aquello que me gusta. Me gusta, deseo y necesito este primer cigarrillo del día y esa sensación de hormigueo entre el placer y la inquietud que me provoca la entrada de los primeros miligramos de nicotina. Eso lo sé por la ciencia, por la muerte de mi padre y porque no paran de repetirlo las autoridades sanitarias. Yo sólo siento la cadencia del entrar y del salir del humo y esa absurda alegría que me provoca tener un cigarrillo entre las manos; el rito del humo y el fuego, ver el paquete de Pall Mall y varios mecheros sobre mi mesa de trabajo junto a los bolígrafos, el teclado del ordenador y el teclado musical, me gustan los objetos que hay en mi mesa de trabajo y ahora que miro alrededor también mis guitarras, mis aparatitos musicales, mis libros y el resto de objetos que abarrotan mi habitación. No me gusta nada saber a ciencia cierta que pronto olvidaré el placer de este primer cigarro y empezaré a necesitar fumar muchos otros, ya sin esperanza y casi sin sentido. Me gusta escuchar que mis perras se han levantado del sofá al oírme enredar ya tan de mañana por mi habitación, me gusta que vengan a buscarme con cara de buenos días como si hiciera meses que no nos vemos. Me gustan mis perras y no me gusta que la Ritmo no acabe de curarse, a veces no sé ya que hacer para calmar sus dolores, creo que pequeños, pero insistentes dolores. Creo que en realidad le duele el alma o su propia vida. Me gusta pensar que piensan, sienten, imaginan, sueñan, ríen y que tienen algo parecido a nuestro corazón. Me gusta saber que tengo todo el día por delante para hacer cuanto me plazca y que ya debe haber reposado adecuadamente el nuevo té que me he preparado. Me gusta salir a dar una vueltecita a la calle con mis perras justo en esas horas en que los trabajadores ya han salido de sus portales casi en tropel, con sus corbatas y sus trajes de hombres respetables y las madres llevan de la mano a sus niños y niñas al colegio o la guardería y esa otra hora en que el jardinero está a punto de terminar por esta mañana y aun no han salido al recreo los de preescolar. Esa es justo la hora en que me gusta hacer correr un poco a mis perras con la pelota, desperezarme un poco yo e ir pensando en una revitalizante ducha con o sin afeitado previo y luego un desayuno ya más consistente. Me gusta mucho también la vida nocturna y los amaneceres sin dormir y sé que tarde o temprano volverán. Me gusta dejar abierta esta página y saber que espera para que escriba en ella cuanto se me vaya ocurriendo a lo largo de la mañana. No me gusta esta rara inquietud tan cercana a la angustia que casi siempre me acompaña...
Por encima de todo me gusta vivir y me gusta la vida, la mía y la de mi gente, la de la gente, a pesar de tantos y tantos pesares. Me gusta olvidar de vez en cuando el gran listado de cosas que no me gustan y me gusta haber aprendido a posponer sine die su inventario. Me gusta que hoy sea el día del libro y que Barcelona se llene de flores por todas las esquinas y que al menos por un día alguien que no lo espera reciba un regalo, una atención, un estás en mi vida; me gusta ese momento en que alguien piensa en alguien para elegir el libro más adecuado para un día como hoy o simplemente no puede refrenar el impulso de comprar y regalar una flor o un ramo de flores. Me gusta pensar que pronto volveré a Barcelona ahora que ya soy otro sin haber dejado de ser más o menos el mismo.


© AMS Madrid
23 de abril de 2003

(Para el curso taller “Creatividad y Cotidiano” en Fuentetaja Literaria con la profesora-poeta Graciela Baquero)






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