Foto retocada es una mujer muy conocida aqui institucionalmente
Besos: Amador " a ver si se me cura coño que está en Houston USA"
“Ella”
Tiene
los ojos verdes como la albahaca, como la marihuana. Pero su mirada
no es felina, mira con ternura al mundo y el mundo se lo agradece con
dulzura. Tiene una hermosa mirada de mirar y ser mirada… Su nariz,
su boca, sus mejillas, toda su cara, no son sino la extensión
natural y armónica de su mirada, como si hubiera sido esculpida por
un escultor renacentista que hubiera detenido el tiempo en el brillo
de sus ojos, en el hechizo de esa profundidad geométrica, oceánica
y secular.
Igual
conduce un deportivo por la autopista que se deja acariciar por la
brisa
navegando
por la bahía, siempre sin perder el mar como horizonte y la tierra
como huerto fértil. Igual monta a caballo entre los pinos y los
álamos que se empapa los tobillos chapoteando a compás de footing
en la arena de la playa. En el fondo no es sino una potrilla
jerezana…
Igual
la ves en una clásica de Sófocles o Esquilo, que en la Opera, que
en un Yerma de Lorca. Igual en un partido de fútbol de la selección
española que en la última de José Tomás en la Maestranza. Igual
descalza ante los yembés y los darbukas en la Caleta, que de
camiseta, zapatillas y vaqueros ante una buena conversación y un
buen vino comiendo en “el Gitano”. Igual regala su último
bolígrafo a unos niños mocosos de Asilah que miradas indiferentes
en Monmârtre a los bohemios de ocasión…
Su
melena dorada azota al mundo de hermosura travestida de verdad,
verdad en estado puro y libre, sin disfraces ni maquillajes, sin
máscaras ni rimmeles.
Pero ella recoge su pelo tras su nuca en un continuo intento de pasar
desapercibida. Ella no anda, se desplaza, ella no habla, te acaricia
con la voz y nunca se detiene sino a mirarte y a escucharte, porque
queda siempre cerca su próxima estación, la de su corazón sin
dueño, la de su mente lúcida y altiva, la de su vivir sin mapa
previo, sin coranes ni torás, sin biblias ni libros rojos, sin más
dogma que vivir, vivir por sobre todas las cosas, confesando que vive
casi tanto como deja de vivir. A veces también le asalta una atávica
tristeza salpicada de dudas y algún miedo y llora, llora y llora,
porque Ella también llora, pero esconde la cara entre sus manos
mientras sus dedos enredan entre sus sienes. Ella no se permite
llorar ante cualquiera, guarda para sí la
agridulce
sal que traen como resaca la espuma de los días y los silencios
martilleantes de las noches. Ella es la alegría de la casa y de la
calle y siempre regala sonrisas, atención y buen
rollito.
Cómo
no dejarla entrar en este corazón ajado y trabajado de ruidos y
melancolías, tan transitado de idas y venidas, cómo no dejarla
habitar entre el sol y el si bemol de mi piano, cómo no intentar
siquiera retratarla con palabras, quién sabe si sólo en un fallido
intento por sublimar lo inasible, lo insondable, lo inquietante de
saber que existe, tan cerquita del mar y tan lejos de mi pequeño
mundo…
©AMS
Madrid
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