Nubes de verano que azulean de gris este cielo traslúcido y este sol rebelde e incandescente que se resiste a perderse tras el horizonte de marismas, mar y ventanas de par en par. Tormenta de verano que amenaza con mojar de dulces lágrimas de lluvia el incansable ir y venir de las olas y las emociones y la quietud serena de la arena de la playa y los recuerdos. No pienso amurallarme tras los cristales, sino empaparme de la húmeda frescura de la noche que ya llega.¡Ya la espero, como se espera a una nueva amante, a un nuevo amor! Noche andaluza y gaditana, universal e íntima, que me envuelve con renovado compás día tras día, y me baila zambras, y me da palmas por bulerías, y me susurra versos y palabras, ora por soleá ora por alegrías. Noche que me mece y me columpia, que me danza el alma y que me arropa con estrellas nuevas los sentidos. Noche que se anuncia en Si bemol y Fa menor: las guitarras duermen, el piano calla. Melodías en blanco y negro y acordes de arcoiris mudos que dejó morir la tarde. No es melancolía lo que siento, no, ni mucho menos añoranza, sino el saberme a solas, tan cerquita de mi corazón y tan lejitos de sus ojos. Encoñado como un perro con la Luna Nueva, embriagado cual borracho por la brisa y el silencio y enganchado como un yonqui a la poesía. Entregado, enloquecido, dulcemente enamorado y eternamente agradecido de esta puta vida.
© AMS Cádiz
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