Dedicado a uno de mis alumnos: él me regaló un poema de su puño y letra ilustrado con dibujos...
“Samuel”
Niño
del asfalto y descampados solitarios,
del
alquitran que abrasa los pies
durante
los meses de verano
y
del frío barro que recorres
tras
una más de tus tormentas.
Niño
de ojos dulces y brillantes,
negros
como el carbón del día de Reyes,
corazón
maltrenzado de infortunio,
aun
sonríes y ayudas a los otros niños
¿Quién
diría que sólo tienes doce años?
Niño
malparido y mal criado,
hijo
de un perverso mal encuentro,
sobrevives
a los días y las noches
con
orgullo, entereza y dignidad,
palabras
que otros niños aun no tienen en su diccionario.
Hoy
te vi mirarme antes de doblar la esquina
camino
de tu barrio,
a
ti nunca vienen a buscarte
y
te pierdes en silencio y cabizbajo
contando
las baldosas de la acera.
Me
pregunto qué harás
hasta
que tu madre regrese,
tan
cansada, del trabajo.
A
tu padre, si se porta bien,
le
verás condicionalmente en unos años.
Tienes
nombre bíblico,
pero
creo que tu dios
no
tiene tiempo para niños
del
barro y del asfalto
ni
para plegarias a contratiempo y sincopadas.
Sé
que llevas los deberes hechos:
¡Me
pregunto, mientras escribo, si hoy habrás cenado!
©
AMS Cádiz
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