“Somniloquio”
Debían
ser sobre las cinco de la madrugada, lógicamente no podía
recordarlo por más que se esforzara. A esas horas su ciclo del sueño
debía estar bajo el influjo de las ondas delta y es posible que
estuviera próximo a la zona REM. Como dormía solo, no podía
permitirse hablar en alto: ni en sueños se permitiría
autoenjuiciarse como uno loco. Había cogido su libro de notas, que
siempre se llevaba junto a la mesilla y se había puesto a escribir:
puestos a aceptar su parasomnia era mejor hacerlo con cierta
dignidad. Supo de todo ello por lo que encontró escrito a la mañana
siguiente:
No
puede ser que a mí me esté pasando esto, otra vez no, por favor, en
el amor se sufre mucho y casi me había prometido a mí mismo que
nunca más sucedería, no se si quiero tener ya este tipo de
sentimientos, porque hay hasta quien dice que me desestabilizan
emocionalmente. Pero yo sé que no es así, cierto es que tengo un
tanto removidos los sentires, pero me encuentro bien, tengo energía
y me siento lúcido a todas horas, estoy ilusionado, más que
insomnio lo mío parece ser una extraña adicción a la vigilia.
Nunca veo la hora de irme a dormir y cuando lo hago, ya ves, como
ahora, apenas dos horitas de sueño y mediodormido o mediosonámbulo,
que ya no lo sé, escribiendo en el cuaderno como quien habla consigo
mismo.
Qué
va a ser de ti cabezaloca, tu sabes de sobra que el amor es un estado
de locura transitoria, y que aún no existe tratamiento psicológico
eficaz ni analgésicos para aliviar sus síntomas. Qué va a ser de
ti corazón loco, si apenas la conoces, no has hablado con ella sino
dos o tres veces y sabes muy poquito de su vida...
Estaba
leyendo esto cuando se despertó sobresaltado, pegó un brinco de la
cama y un tanto desorientado fue maquinalmente hasta el baño. Fue
mientras meaba, que por fin entendió que había tenido un sueño
dentro de su propio sueño, que había soñado que soñaba y le dio
por pensar, que por mucho que estudiara, nunca llegaría a comprender
los extraños secretos de la mente. Esto era ya lo último que le
faltaba, soñar un sueño dentro de otro sueño, soñar, en suma, que
soñaba.
Calentó
un té en el microondas y le echó un terroncito de azúcar moreno y
una nubecita de leche. Encendió un cigarrillo y miró por la
ventana. Llovía un poco y la luz de la farola iluminaba las gotas de
lluvia sobre las hojas de las plantas y de ese árbol que hay frente
a su casa. Miró el reloj, eran casi las seis. Buena hora, pensó,
para encender la radio y sentarse ante el ordenador a ver si me
ocurre algo, algún poema, algún relato. Uno no siempre es dueño de
sus días y este de hoy, parecía pedir a gritos ser vivido desde
bien temprano.
¡Qué
curiosos son los sueños, te llevan por donde ellos quieren, por más
que uno se empeñe en apagarlos!
© AMS Cádiz
Mis sueños hablan en muchos de mis relatos, quiza deba taparles la boca.
ResponderEliminarLa imagen del té y la lluvia, genial.
Abrazo